Hacia la Huelga General

Asistimos una crisis del capitalismo cuyo resultado no está escrito. No es una crisis más, tras la que volveremos a la “normalidad”, sino una crisis que cambiará, y de hecho está cambiando nuestro mundo, sin nosotras, o mejor dicho, contra nosotras y nosotros, contra la mayoría, contra el pueblo trabajador. Es una crisis estructural de la que el capital solo puede salir aumentando la explotación de la clase trabajadora, negándole el trabajo, la vivienda y el sustento, y aumentando la explotación del planeta, acelerando la crisis de recursos energéticos y la crisis ambiental que amenaza la continuidad de nuestra especie. Es por ello que la ofensiva lanzada por el imperialismo para asegurar el acceso de los recursos estratégicos y el control geopolítico crece día a día. La guerra y la injerencia golpista afectan cada vez a más pueblos de todo el mundo. La Unión Europea se confirma como la principal
herramienta de los grandes capitalistas para someter a los pueblo de Europa y acabar
con las conquistas arrancadas por décadas de lucha de la clase trabajadora. Las políticas de la UE benefician únicamente a los bancos y a los grandes monopolios. No aceptemos ningún sacrificio para pagar una deuda ilegítima. No aceptemos ningún recorte, ninguna privatización.

En España esta ofensiva ha desbordado el marco político creado por los propios capitalistas para asegurar sus beneficios, en un momento en el que la fortaleza de la clase trabajadora amenazaba sus intereses. La Constitución de 1978 que supuestamente era garante de nuestros derechos es a día de hoy papel mojado. La mayoría de la clase trabajadora se encuentra a la intemperie, viendo como empeoran sus condiciones de trabajo y de vida, y como se niega el presente a nuestra juventud. Pero también la crisis y el agotamiento del modelo neoliberal abren la puerta a una intensa transformación de las relaciones sociales que requiere de la movilización organizada y sostenida de las más amplias capas del pueblo: de la clase trabajadora, del funcionariado, de los autónomos y pequeños empresarios y comerciantes, de todos los sectores atacados por el capital, que imponga la única salida aceptable: la socialización y democratización de las relaciones de producción, que ponga la economía al servicio de las necesidades humanas, que sitúe la cooperación y la integración regional como alternativa al imperialismo. Para ello es necesario democratizar las estructuras políticas que permitan la participación decisiva de las grandes mayorías hoy explotadas y oprimidas.

El PCE propone siete medidas para rescatar a las personas, y no a los bancos, como punto de partida para la construcción de un bloque democrático que imponga esta salida social de la crisis.
1. Auditoría de la deuda y rechazo de la que no se corresponda con el déficit generado por los servicios públicos y la protección social.
2. Reforma de la Constitución que fije la prioridad absoluta del gasto público en pensiones, desempleo y servicios públicos esenciales sobre cualquier otro compromiso. Derogación de la Reforma Laboral y de la Reforma de las pensiones.
3. Reforma fiscal progresiva e intensificación de la lucha contra el fraude.
4. Programa de empleo público para personas desempleadas sin subsidio.

5. Garantizar el derecho a la vivienda y llevar a cabo medidas favorables a las familias hipotecadas por medio de la dación en pago con efectos retroactivos, la moratoria inmediata de los desahucios y la reconversión de las hipotecas en alquiler social.
6. Creación de un sistema de banca pública que realice funciones de banca al por menor (Cajas de Ahorros), banca de desarrollo (reconversión del modelo productivo) y banca del Estado (deuda pública).
7. Control ciudadano y popular sobre el gasto y la gestión pública. 

El PCE trabajará a escala europea para ampliar esta convergencia, con todos los medios a su alcance, especialmente entre los partidos, organizaciones y movimientos de los países llamados periféricos.

Hacia la Huelga General
Organización, unidad, lucha